
Letras viajeras nace del viaje que vive en los libros. En él visitaremos los caminos, las montañas, las ciudades que novelistas, poetas, pensadores y escritores de todo género convirtieron en literatura. Libros viajeros, viajes literarios, ciudades que viven al amparo de páginas irrepetibles, convivirán con anécdotas, recuerdos y experiencias del autor del blog. Un blog para viajar con la imaginación y para enriquecer, con una mirada distinta, nuestro modo de entender el mundo y de caminar por él.
Acompañemos, en tanto, al escritor leonés.
Tras desayunar y orientarse con un mapa y con la experiencia del conserje del hotel, sale a la mañana para dirigirse al Solar de Mateus. Llamazares nos cuenta que se trata de una finca situada "a tres kilómetros en dirección a Sabrosa", poblada de una frondosa vegetación convertida en inmenso jardín, visible desde la carretera, en la que se levanta el Palacio que lleva el nombre de la finca
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En 1964 se publicó el memorable libro de viajes Donde
las Hurdes se llaman Cabrera. Su autor, Ramón Carnicer, un berciano de pro (Villafranca, 1912-2007), lo
escribió tras un viaje por la Cabrera Baja, realizado en 1962. Fue un libro
conflictivo porque, tras su publicación, Carnicer
recibió insultos y amenazas y no pocas incomprensiones por la crudeza de
sus descripciones y por mostrar una comarca hundida en la miseria, casi en el
mismo estado de subdesarrollo que tenía antes de la Guerra Civil.
Pero más allá de todo ello, derivado de un empeño de crítica social que Carnicer compartió con otros escritores viajeros de la Generación del 50 como Antonio Ferres, Armando López Salinas, Juan Goytisolo o Jorge Ferrer Vidal, entre otros, su libro nos ofrece la posibilidad de viajar a través de su palabra
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Antonio Machado no escribió literatura de viajes. Sin embargo, ¡cuánto nos ha hecho viajar por paisajes y ciudades a través de su palabra poética! Uno de los escenarios imposibles de disociar de su poesía es Soria. Él llegó a la vieja ciudad castellana con el comienzo del curso escolar de 1907, allí conoció a Leonor, allí se casó y enseñó francés en las aulas de su instituto. Allí vivió cinco años, entre 1907 y 1912, que fueron decisivos hasta el punto de dejar la semilla de una conciencia universal de fusión de las tierras sorianas con su obra. Allí conoció el amor, tuvo la dolorosa experiencia de ver morir a una Leonor casi adolescente, paseó sus campos, sus viejas calles, meditó en sus cafés, conversó en su casino (que hoy alberga la sede de la Fundación que lleva su nombre y la Casa de la Poesía) y dejó su respiración, su palabra y su carácter, en el aula del Instituto que hoy lleva su nombre
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Peter Mayle escribió, sí, pero no una novela sino la crónica de un año de vida y de felicidad en aquellas tierras
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