Opinión

Viajar con las palabras

Cielo de anochecer. Valle de los Pedroches
photo_camera Cielo de anochecer. Valle de los Pedroches
Escribió el comediógrafo belga Francis de Croisset: “La lectura es el modo de viajar de aquellos que no pueden tomar el tren”. La literatura de viajes es, en el fondo, otra forma de viajar. Aunque hayamos visitado determinados paisajes o ciudades, aunque los conozcamos a fondo por haber vivido en ellos durante un tiempo, cuando leemos un libro, o una pieza literaria en la que se cuenta el recorrido de un determinado escritor por esos lugares, volvemos a vivir nuestra experiencia. Filtrada por la mirada del escritor, enriquecida por perspectivas nuevas, que se mezclan con nuestros recuerdos, nuestra mirada y nuestra memoria se funden con la mirada y la memoria del autor.

Intento recordar cuáles fueron mis primeras lecturas viajeras y me viene a la cabeza alguna de las leyendas de Bécquer, que era un relato pero con el que viajé al monasterio de Veruela, a los paisajes, del Moncayo. Después leí al Unamuno de Por tierras de Portugal y de España, al Azorín de Castilla y, sin solución de continuidad, desemboqué en el Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela.

Recuerdo aquellos “viajes” con la imaginación en tardes de verano en mi casa familiar en un barrio periférico de Madrid. Con Unamuno, olía los los bosques de la sierra de la Peña de Francia, en Salamanca, o sentía el bochorno del sol implacable de algún pueblo de Castilla al mediodía o el fresco, oloroso a cuero y a madera, de alguna casa solariega con zaguán en sombra de algún capítulo del libro de Azorín, o el frío matinal en la estación de Atocha cuando Camilo José Cela se dirigía, al amanecer, al tren de madera que habría de llevarlo a Guadalajara, primera estación de su viaje inmortal.

Eran letras viajeras, invitaciones a conocer ciudades, cordilleras, caminos, aldeas, con el poderoso instrumento de la imaginación. Después vendrían muchos libros más.

Muchos viajes sin tomar el tren. A lugares que, con el paso del tiempo, pasarían de la imaginación a la realidad.