Islas Canarias, siete volcanes para siete islas

la-palma-ruta-volcanes

El Teide es uno de los más conocidos, pero todas las islas del archipiélago cuentan con atractivas rutas entre volcanes a través de senderos boscosos y desérticos, en algunos casos, espectaculares paisajes de aspecto lunar.

Las Islas Canarias nacieron de los volcanes y, favorecidas por una situación privilegiada que propicia unas condiciones climáticas consideradas como “el mejo clima del mundo”, dieron lugar a una explosión de naturaleza que las hace únicas. Los volcanes han dejado su huella en cada una de las siete islas, formando cráteres, cuevas, coladas, calderas y mares de lava que a día de hoy pueden ser visitados. Las más sorprendentes, las llamadas “pahoehoe”, unas coladas volcánicas formadas por costras de lava seca que presentan una superficie ondulada muy curiosa. También, algunas de sus playas de arena negra o roja son únicas gracias al legado volcánico del archipiélago.

Surgidas de la corteza oceánica del Atlántico hace 30 millones de años a partir de violentas erupciones volcánicas, las Islas Canarias son hoy una de las zonas geográficas de mayor biodiversidad del mundo, con un hábitat puro, enérgico y salvaje. Sus 256 kilómetros de playas son ideales para el deporte o el descanso y los entornos naturales llenos de contraste y de vida componen un valioso ecosistema, formado por cuatro Parques Naturales y siete Reservas de la Biosfera.

lanzarote-parque-nacional-timanfaya

1. Volcán del Teide, Tenerife

Es el más famoso, pero no el único que nos encontramos en la isla de Tenerife. Con sus 3.718 metros de altitud, es la montaña más alta de toda España y el tercer volcán más alto del mundo. La diversidad de su ecosistema hace de su ascensión una experiencia llena de contrastes. Además, cuenta con servicios de guías para los que quieren profundizar en su conocimiento y un refugio de montaña para disfrutar de las maravillosas vistas del amanecer.

2. Roque Nublo, Gran Canaria

Se trata de una elevación rocosa muy escarpada que ya se ha convertido en el símbolo de la isla de Gran Canaria. Junto al Bentayga, la imponente roca volcánica se erige en el centro de la isla y se eleva 80 metros sobre su base, a la que se puede llegar a pie a través de un agradable sendero de fácil recorrido. En las medianías del noreste de la isla de Gran Canaria se encuentra la caldera de Bandama, un impresionante cráter con flora endémica originada por un proceso volcánico explosivo hace 4.000 o 5.000 años.

3. Timanfaya, Lanzarote

Sin lugar a dudas, es lo que más se parece a un paisaje lunar en la Tierra. Un lugar enigmático y muy distinto, que no deja indiferente a nadie. Este Parque Nacional representa una muestra del volcanismo reciente e histórico del archipiélago canario. De los veinticinco volcanes que hay en la isla, la erupción de Timafaya fue la última registrada en Lanzarote. Estalló entre 1730 y 1736, y en 1824 estuvo expulsando lava durante seis años, lo que dio lugar a numerosas estructuras geomorfológicas de elevado interés vulcanológico. La ausencia de un manto de vegetación, la variedad de colores (rojos, pardos, ocres, negros y naranjas) y la rugosidad de sus formas confieren al parque una extraordinaria belleza. El alto valor medioambiental de la isla, le valió el reconocimiento de Reserva de la Biosfera de la Unesco en 1993.

4. Montaña Colorada – Bayuyo, Fuerteventura

En esta zona de cinco kilómetros de longitud se encuentran varios volcanes alineados perfectamente en dirección noreste, donde se pueden distinguir hasta nueve cráteres y edificios volcánicos que hicieron aumentar de tamaño la isla de Fuerteventura por el norte hace 50.000 años. Se pueden recorrer a pie o en coche a través de una senda formada por calderas y pequeños volcanes, conocidos como “hornitos”, por donde salía expulsada la lava en grandes cantidades, dando lugar al campo de lavas de Malpaís Grande. Ubicada en la misma placa tectónica que Lanzarote, la vecina Fuerteventura es más conocida por su paisaje árido, fruto de la erosión, y grandes dunas que esconden el tesoro volcánico que formó su origen hace miles de años.

5. Los Órganos, La Gomera

Este impresionante acantilado es otro de los símbolos de La Gomera. El enfriamiento y posterior erosión de las rocas volcánicas antiguas formaron una silueta de tubos de órgano que caen verticalmente al océano. Aunque la isla destaca sobre todo por ser el principal exponente de la laurisilva canaria, una masa de vegetación prehistórica propia de la región de la Macaronesia que cubría el Mediterráneo hace millones de años y que se ha conservado en la isla gracias a su clima excepcional siempre templado. El bosque de laurisilva del Parque Nacional de Garajonay concentra la mitad de la extensión arbórea madura de este tipo de vegetación en todo el archipiélago, en unas condiciones óptimas de conservación. En 2011, la isla fue declarada Reserva de la Biosfera en la categoría Excelente gracias a sus ecosistemas terrestre y marino.

6. Caldera de Taburiente, La Palma

Considerada una maravilla natural de La Palma, es la mayor atracción turística de la llamada “Isla Bonita”, Reserva de la Biosfera de la Unesco. El enorme cráter está formado de lava solidificada convertida en rocas basálticas con un desnivel de hasta 2.000 metros. Hoy da nombre al Parque Nacional de ocho kilómetros de diámetro e impresionantes paisajes entre los que destacan cumbres como el Roque de los Muchachos o La Cumbrecita, al fondo de la Caldera, con multitud de arroyos y cascadas. Ubicada en el corazón de La Palma, la Caldera de Taburiente comparte protagonismo con el Parque Natural de Cumbre Vieja, por el que recientemente se ha reabierto al público la Ruta de los Volcanes, de 31 kilómetros de senderos y pistas forestales a través de volcanes y coladas procedentes de las más recientes erupciones aéreas acontecidas en el archipiélago, como la del Teneguía en 1971.

7. Los Lajiales, El Hierro

El Hierro es otra isla con paisajes dominados por campos de lava y volcanes, como en la zona de El Julan, donde se aprecia la actividad volcánica más reciente, o las llamativas lavas cordadas del malpaís de Los Lajiales, en La Restinga. La brusquedad y dureza de este malpaís es la herencia de la actividad volcánica de hace unos 6.000 años. En la isla más meridional de Europa, considerada hace años como el fin del mundo, se encuentra el faro de Orchilla, un emplazamiento natural idóneo para contemplar el cielo frente a la tranquilidad del océano Atlántico con escasa contaminación lumínica. En el siglo XVII se escogió este punto como referencia para establecer el Meridiano Cero, hasta que se reubicó en el pueblo inglés de Greenwich en 1885.

www.holaislascanarias.com

Más en Rutas