SUGERENCIA PARA UNA SEMANA SANTA DIFERENTE

Jueves Santo en León con El entierro de Genarín

San Isidoro
photo_camera San Isidoro

El Barrio Húmedo de León acoge la noche del Jueves Santo una de las pocas tradiciones paganas de la Semana Santa española: el séquito transgresor que rememora la figura de un ilustre borrachín local fallecido en 1929 al ser atropellado por un camión de la basura: Genaro Blanco y Blanco.

Se cumplen en 2016 treinta y nueve años de la segunda resurrección de Genaro Blanco y Blanco, Genarín, santo apócrifo ascendido a lo más alto de las tascas y bares del Barrio Húmedo leonés. Fue en 1977, con la democracia dando sus primeros pasos, cuando el único superviviente de la denominada Cofradía de Nuestro Santo Padre Genaro, Paco Pérez Herrero, acompañado por apenas un centenar de devotos, recuperaba para León el heterodoxo rito que un gobernador civil del franquismo había prohibido 24 años antes.

Desde entonces hasta la fecha la fama del Entierro de Genarín ha trascendido los corsés de la sobria Semana Santa leonesa, declarada fiesta de Interés Turístico Nacional, y sin entender de bandas de trompetas, tambores, capirotes, pujas y solemnidad religiosa ha acabado convirtiéndose en la más multitudinaria e irreverente congregación de gentes en el calendario festivo de la ciudad.Interior de la Catedral de León

La vida y milagros del malogrado Genarín, recogida en versos de un anónimo romancero de tradición oral, tuvo su primera resurrección de los infiernos el funesto 30 de marzo de 1929 en que el borracho pellejero moría aplastado contra la muralla medieval por el primer camión de recogida de basuras con que contaba la capital: un grupo de cuatro compañeros de barra, orujo y cachondeo del finado, los conocidos como cuatro evangelistas, deciden crear la cofradía de Genarín y elevar a los altares la devoción por su irreverente figura.

El ritual es muy sencillo: cada Jueves Santo, a las doce de la noche, los devotos se reúnen en la calle de la Sal y transitan, tras la imagen del santo, entre romances recitados y tragos de orujo hasta el lugar donde cuentan que se produjo el atropello. Una vez aquí, un colgador trepa por la muralla y deposita la ofrenda para alimentar al espíritu de Genarín, a saber, un trozo de queso, otro de pan de hogaza, un par de naranjas y una botella de orujo. Después el cortejo se pierde, dando tumbos, hacia la Plaza del Grano, donde el gentío va disolviéndose entre los efluvios del alcohol y la noche leonesa.

GENARÍN SEGÚN JULIO LLAMAZARES. El escritor y periodista leonés recogió a principios de la década de los ochenta la vida, obra y milagros de Genaro Blanco Blanco en su libro El entierro de Genarín, con un subtítulo elocuente: “Evangelio apócrifo del último heterodoxo español”. La obra, publicada inicialmente por la Editorial Ayuso, fue reeditada posteriormente por Endymión y tiene doble interés ya que se trata, en realidad, de la primera incursión en la narrativa de Llamazares. Es casi un libro de culto que muestra, con su colección de viejas fotografías, una cara prácticamente desaparecida de la capital del Antiguo Reino de León. A lo largo de sus seis capítulos se da un repaso entre esperpéntico y picaresco a la figura del difunto Genarín y al ritual del que bebe su vía-crucis de Pascua y orujo.

BARRIO HÚMEDO. La escenografía que recuerda las andanzas del tunante borrachín apenas parece haber cambiado de fisonomía en los últimos 83 años: tascas, esquinas, viejos edificios, iglesias desconchadas y una rehabilitada Plaza Mayor conforman la geografía física y espiritual del barrio más canalla y echado hacia afuera de León. Convertido en un paraíso peatonal, lo mejor es deambular por sus callejas o desembocar en el zócalo de la plaza de San Martín.

LO CLÁSICO. Cualquier visita al León de siempre tiene 3 vértices obligatorios: la catedral, el Hospital de San Marcos y la colegiata de San Isidoro. Los tres monumentos se engarzan indiscutiblemente en la tradición jacobea de la primitiva Legio VII Gémina romana y otorgan un carácter único al casco urbano. Desde el perfecto gótico francés del templo catedralicio al delicado románico de San Isidoro y el lujo plateresco de San Marcos, la ciudad se gusta reflejada en su patrimonio.Casa de Botines de Gaudí

CASA BOTINES. La calle Ancha, auténtico embudo de las gentes que transitan entre la catedral y la zona más comercial de la ciudad, confluye en la plaza de San Marcelo, justo donde se alza una de las pocas obras realizadas por Gaudí fuera de Cataluña: el Palacio-Casa de Botines. De estilo neogótico, propio de la primera etapa gaudiniana, el edificio pertenece en la actualidad a una entidad financiera regional, Caja España, con la que hay que concertar las visitas en el tel. 987 29 27 12.

LA VANGUARDIA. El MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León), fue la pieza que cerró definitivamente el puzzle vanguardista de la ciudad integrado por el Auditorio, el edificio de Servicios de la Junta de Castilla y León y el Centro Cívico del Crucero a espaldas del Hospital de San Marcos. La obra de los arquitectos Mansilla (recientemente fallecido) y Tuñón, es de obligada visita.

Más información:

Publicado en Eco-Viajes: León en cuatro pistas

Genarín – Web de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín

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