Alto de Monsanto es el pulmón verde de la capital portuguesa

Lisboa, el encanto de sus parques y jardines

PARQUE LISBOA
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Una buena forma de escaparse del bullicio de la vibrante ciudad de Lisboa es sumergirse en alguno de sus numerosos parques y jardines. Estos espacios verdes, lugares de esparcimiento y tranquilidad para sus habitantes, muestran otra faceta de la vida de la capital lusa, además de algunos vestigios de historia.

1. Alto de Monsanto

Ubicado en la sierra de Monsanto, sus 900 hectáreas de terreno acogen una rica fauna de aves, murciélagos, anfibios y ardillas, entre otras especies de animales, así como una gran variedad forestal compuesta en su mayoría por eucaliptos, robles y pinos. Este bosque -que parece estar completamente fuera de la ciudad- invita a organizar picnics familiares o a practicar deportes como correr o ir en bicicleta, gracias a su carril bici de 2,5 kilómetros. Por otro lado, el parque cuenta con varios miradores desde donde vislumbrar todo el estuario del Tajo.

2. Jardines botánicos

Lisboa cuenta con tres jardines botánicos oficiales. El Jardín Botánico, localizado en el centro de la ciudad, es uno de los mejores de Europa. Se trata de un jardín muy completo, ya que fue concebido con carácter científico como apoyo a la Escuela Politécnica en 1837 y en sus cuatro hectáreas de terreno radican casi 1.500 especies de plantas procedentes de todo el mundo. En este espacio destacan especialmente su variedad de palmeras y su mariposario único.

En la calle Largo dos Jerónimos de Belém se sitúa el Jardín Botánico Tropical, también conocido como Jardín Colonial, cuya creación en 1906 se debió al servicio agrícola colonial, dado que en su inicio fue el Jardín Museo Agrícola Tropical. En sus siete hectáreas se encuentran ejemplares excepcionales y más de 500 especies perennes tanto de origen tropical como subtropical. En la actualidad, es el escaparate del Instituto de Investigación Científica Tropical y sirve de espacio para la muestra de exposiciones temáticas.

Por su parte, el Jardín Botánico de Ajuda es el más antiguo de los tres, creado en 1768 bajo la orden del Marqués de Pombal por el diseñador italiano Domingos Vandelli. Originariamente fue pensada como una huerta real, por ello se instaló junto al Palacio de Ajuda y se usaba para complementar la educación de los príncipes de Portugal. Durante el siglo XIX y XX llegó a aglutinar más de 5.000 especies vegetales procedentes tanto del continente como de los territorios de ultramar. Además, se enviaron expediciones a Angola, Brasil y Cabo Verde expresamente para la tarea de búsqueda de ejemplares y semillas.

Según su estructura, en la parte superior se encuentran unos lagos y un jardín de árboles, algunos de ellos tropicales, mientras que en la parte inferior se descubre un jardín de boj, un lago central con plantas acuáticas y una zona de plantas aromáticas. En conjunto, este jardín ofrece unas vistas estupendas sobre el río Tajo.

3. Parque de Eduardo VII

Es otro de los parques de obligada visita. Con un mirador desde el que se observan los jardines, la estatua del Marqués de Pombal, la avenida da Liberdade y la zona de la Baixa hasta terminar en la orilla sur del Tajo. Igualmente, en este punto se alza el monumento dedicado al 25 de Abril, creado por el escultor João Cutileiro.

Dentro del parque, merece la pena visitar los jardines diseñados por el arquitecto Keil do Amaral en 1942, así como la “Estufa Fría”, un complejo de invernaderos instalados dentro del mismo. En este recinto cubierto se distinguen tres “estufas” distintas: la fría, la caliente y la dulce. La “Estufa Fría” se trata de un invernadero sin sistema de calefacción donde crecen plantas procedentes de China, Australia, México, Perú, Brasil, Antillas o Corea, mientras que en la “Estufa Caliente” las temperaturas son más elevadas y se hallan especies tropicales como cafetales o mangos.

Por su parte, en la “Estufa Dulce” reinan los cactus y aloes. En general, es un lugar muy especial donde contemplar la exuberante vegetación dispuesta entre grutas, estatuas y caminos de agua, creando una atmósfera romántica y salvaje.

4. Jardines de la Fundación Calouste Gulbekian

La Fundación Calouste Gulbekian presume de ser uno de los centros culturales de Lisboa cuyos espléndidos jardines son todo un reclamo para los paseantes ávidos de desconexión. Fueron diseñados en 1957 y, entre la diversidad de plantas, se descubre un lago, un arroyo y varios senderos en los que perderse entre la vegetación. Además, en este vergel está emplazado un anfiteatro al aire libre que brinda regularmente actuaciones musicales o de teatro.

5. Tapada das Necessidades

Siendo en origen una zona dedicada a los paseos de la alta realeza, la Tapada das Necessidades es uno de los puntos más hipster del verano, con conciertos y actividades al aire libre. Situado junto al Palacio de las Necesidades, su nombre proviene de un antiguo convento instalado bajo el mandato de D. Juan V que posteriormente fue elegida por Dña. María II como su residencia. Actualmente es un lugar ideal para pasear, disfrutar de la lectura y organizar un picnic en un entorno de lagos con vegetación exótica, un jardín inglés y un repertorio de estatuas.

6. Parque Botánico de Monteiro-Mor

Junto al Museo Nacional del Traje y el Museo Nacional del Teatro se localiza el Parque Botánico de Monteiro-Mor, cuyas casi 11 hectáreas de terreno concentran un jardín histórico, una rosaleda, un pinar y una zona de árboles frutales, entre otros atractivos. Este jardín se proyectó en el siglo XVIII contando con el botánico de renombre Domingos Vandelli. Posteriormente, se fue ampliando en el siglo XIX por la familia Palmela.

7. Jardines del Palacio de Fronteira

En el distrito lisboeta de Benfica se descubren los románticos jardines del Palacio de Fronteira, otro oasis urbano donde evadirse de la multitud, gestionado por la Fundação das Casas de Fronteira e Alorna. Este espacio verde aúna elementos característicos portugueses como los azulejos, junto con fuentes o esculturas creando rincones con encanto por todo el jardín. Otro de los puntos de interés es su enorme lago, rodeado por una pared repleta de azulejos que representan caballeros a lomos de sus corceles.
 

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